La cita estaba dada: 2 de la tarde en el malecón.
Se bañó y se perfumó. Eligió ponerse el traje blanco de lino, la camisa de franjas verticales en tonalidades rosas y naranjas que tanto le gustaba y los nuevos zapatos Pikolinos que había comprado para la ocasión.
Era un día soleado como pocos había en ese rincón escondido del norte de Canadá, hasta parecía una calca del verano veracruzano.
Tomó la bicicleta, atravesó la ciudad y llegó hasta el punto acordado. Estaba más que ansioso de volver a verla porque año y medio se dice fácil pero soportarlo no lo es tanto.
Y ahí estaba ella... tan radiante como siempre. Los cálidos rayos del sol se reflejaban en sus verdes ojos y sus cabellos dorados se mecían ligeramente al vaivén de la brisa marina, a veces cubriendo el girasol que llevaba junto a la oreja... "con ese vestido blanco parecía una acuarela de Marie Laurencin".
En ese momento, ella y sus padres estaban a punto de comenzar con el ritual tradicional de su tierra para rendir homenaje a la abuela, quien había fallecido recientemente. El ritual era algo complicado: previamente a la ceremonia era necesario hornear 20 trozos rectangulares de pastel de chocolate de 3m de ancho por 1m de largo y otras 20 placas de "cristal de azúcar" como el que se usa en las películas para crear cristales falsos. Había que formar con ellos una especie de banqueta colocando una placa de azúcar sobre cada placa de pastel.
Una vez lista la banqueta, en una pequeña olla se encendía el incienso ceremonial, se colocaba una tapa, y al dejar escapar la primera fumarola un grupo de música andina comenaba a tocar las kenas.
La familia se dirigió hacia el inicio de la banqueta. Ella iba por delante. En sus manos llevaba una canasta llena de pétalos de margarita, y mientras ella los lanzaba, sus padres, agachados, colocaban pequeños montoncitos de helado de coco, los cuales decoraban con una cereza.
Una vez llegando al final del camino la música se detuvo y uno de los músicos proporcionó un cuchillo a cada miembro de la familia. Comenzaron a cortar en pedazos la "banqueta ceremonial" y comenzaron a repartirlos entre los asistentes y los curiosos que pasaban. No hubo platos ni cubiertos. Todos comían con las manos y la capa de azúcar hacía la función de plato.
"Qué cosa tan extraña..." pensaba él... aunque luego reflexionó y se dio cuenta de que era un poco irónico que lo dijera alguien que venía de un país donde, después de la Navidad, el Día de Muertos es la festividad más importante.
Él observaba todo desde la barda que dividía la carretera y la parte peatonal del malecón. Esperó a que todo hubiera concluido para bajar.
Y ahí estaban... 18 meses depués finalmente estaban uno frente al otro. Se miraron fijamente a los ojos, sobre sus rostros se dibujaba una enorme sonrisa y por un momento el tiempo pareció detenerse.
De repente ella sacó de quién sabe dónde una pequeña caja de madera, pintada de rojo con decorados dorados. Una pequeña nota la acompañaba.
Él la leyó... alzó la mirada... y fue como si se hubieran puesto de acuerdo anteriormente, se abrazaron fuertemente y comenzaron a llorar sobre el hombro del otro. Por la cabeza de él sólo pasaba una idea: no volver a dejarla irse nuevamente. ¿Qué decía la nota? No lo recuerda, pero le llegó al corazón.
De repente se escuchó un estallido tremendo. Él volteó rápidamente... y se percató de que el ruido había sido provocado por la televisión, la cual se había caído del mueble. ¿Que cómo fue que se cayó? Bien, pues el mueble era una caja de cartón...
¡¡Momeeeeeento, momeeeeeeento!!... ¿Televisión? ¿Qué hora es? ¿Cómo que las 2 de la mañana? ¿Y ése ruido? ¿Circuito Interior?
¡¡Aghhhhhhhhhhh!! ¡Mierda! ¡Sueños! ¡Sólo sueños! ¡Eso no fue realidad!
¡Maldita mente! ¡Maldita distancia! ¡Malditas, malditas, malditas!
¿Y ahora? ¿Cómo superar esta sensación de vacío?
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Vide
Le rendez-vous était déjà donné: 14h au port.
Il s'est lavé et parfumé. Il avait decidé de porter le costume blanc en lin, la chemise aux lignes verticales en tonalités roses et organges qu'il aimait y les nouvelles chaussures Pikolinos qu'il avait achetées pour l'occasion.
Le jour était vraiment ensoleillé, une chose très rare dans ce petit coin caché du nord du Canada, ça avait plutôt l'air d'être une copie de l'été à Veracruz.
Il a pris le vélo et a traversé la ville jusqu'à arriver au point accordé. Il était très inquiété de la revoir, car un an et demi c'est facile à dire, mais le tenir c'est décidément plus compliqué.
Elle était là... aussi radiante que d'habitude. Les rayons du soleil se reflétaient sur ses yeux verts, et ses cheveux dorés se berçaient doucement au rhytme de la brise de la mer, parfois en cachant le tournesol qu'elle avait juste à côté de l'oreille... bref, "avec cette robe blanche-là elle ressemblait une aquarelle de Marie Laurencin".
À cet instant-là, elle et ses parents étaient par commencer le rite traditionel de chez eux pour rendre hommage à la grende-mère, qui était morte récemment. Le rite était un peu compliqué: avant la cérémonie il falait cuisiner 20 morceaux rectangulaires de gâteau au chocolat de 3m de largueur par 1m de longueur et encore 20 plaques de "cristal au sucre", comme celui qu'on utilise dans les films pour créer des faux cristaux. Il fallait former une sorte de trotoir en colloquant une plaque de sucre sur chaque plaque de gâteau.
Quand le trotoir était prêt, on allumait l'encens dans une petite cacerole, on mettait le couvercle pour un instant, et après laisser échaper la première fumerolle, un groupe de musique des Andes commençait jouer des kenas.
La famille s'est dirigée vers le trotoir. Elle marchait par devant. Elle portait dans ses mains un panier avec des pétales de marguerite. Pendant qu'elle les jetait sur l'air, ses parents colloquaient des petits tas de glâce au noix de coco et les décoraient avec une cérise.
Étant arrivés à la fin du chemin, la musique s'est arrêtée et l'un des musiciens s'est approché de la famille. Il a donné un couteau à chaqu'un. Ils ont commencé couper en petits morceaux le "trotoir cérémoniel" et les ont distribué entre les invités et les curieux qui passaient par la rue. Il n'y avait pas ni des assiettes ni des couverts. Tous mangeaient en utilisant les mains et ons e servait de la plaque en sucre comme si c'était une assiette.
"Que c'est bizarre..." pensait-il... mais il a réfléchi un peu et s'est rendu compte que c'était un peu ironique d'entendre ces mots de la part de quelqu'un qui vient d'un pays où c'est la Toussaint la fête la plus importante seulement après le Noël.
Il observait depuis la grille qui divisait la route et la partie piétonne du port. Il a attendu jusqu'à quand tout était fini pour descendre.
Et ils étaient là... 18 mois après ils étaient l'un devant l'autre. Ils se sont fixement regardés aux yeux, sur leurs visages on voyait un énorme sourire et pour un instant ils ont eu l'impression que le le temps s'était arrêté.
Soudain, elle a sorti d'où on ne sait pas une petite boîte en bois, toute rouge, avec des décorations dorées. Un petit mot y était attaché.
Il l'a lu... il a haussé son regard... et comme s'il s'étaient mis d'accord à l'avance, ils se sont fortement serrés dans leurs bras et ont commencé pleurer. Dans la tête, il ne pensait qu'à ne plus la laisser partir... jamais. Que disait-il le petit mot? Il ne s'en souvient pas, mais ça lui a touché le coeur.
Soudain il y a eu un grand éclat, Il s'est rapidement tourné... et s'et rendu compte que le bruit avait été provoqué par la télé, laquelle était tombé du meuble. Comment ça? Ben... le meuble était une boîte en carton...
Un momeeeeeent, un momeeeeeeent!!... La télé? Quelle heure est-il? 2h du matin? Et ce bruit? C'est le boulevard?
Aghhhhhhhhhhh!! Meeeeeeeerde! Des rêves! Rien que des rêves! Ça n'a pas été réel!
Putain d'esprit! Putain de distance! Je vous haïs, je vous haïs, je vous haïs!
Et maintenant? Quoi faire avec cette sensation de vide?
Se bañó y se perfumó. Eligió ponerse el traje blanco de lino, la camisa de franjas verticales en tonalidades rosas y naranjas que tanto le gustaba y los nuevos zapatos Pikolinos que había comprado para la ocasión.
Era un día soleado como pocos había en ese rincón escondido del norte de Canadá, hasta parecía una calca del verano veracruzano.
Tomó la bicicleta, atravesó la ciudad y llegó hasta el punto acordado. Estaba más que ansioso de volver a verla porque año y medio se dice fácil pero soportarlo no lo es tanto.
Y ahí estaba ella... tan radiante como siempre. Los cálidos rayos del sol se reflejaban en sus verdes ojos y sus cabellos dorados se mecían ligeramente al vaivén de la brisa marina, a veces cubriendo el girasol que llevaba junto a la oreja... "con ese vestido blanco parecía una acuarela de Marie Laurencin".
En ese momento, ella y sus padres estaban a punto de comenzar con el ritual tradicional de su tierra para rendir homenaje a la abuela, quien había fallecido recientemente. El ritual era algo complicado: previamente a la ceremonia era necesario hornear 20 trozos rectangulares de pastel de chocolate de 3m de ancho por 1m de largo y otras 20 placas de "cristal de azúcar" como el que se usa en las películas para crear cristales falsos. Había que formar con ellos una especie de banqueta colocando una placa de azúcar sobre cada placa de pastel.
Una vez lista la banqueta, en una pequeña olla se encendía el incienso ceremonial, se colocaba una tapa, y al dejar escapar la primera fumarola un grupo de música andina comenaba a tocar las kenas.
La familia se dirigió hacia el inicio de la banqueta. Ella iba por delante. En sus manos llevaba una canasta llena de pétalos de margarita, y mientras ella los lanzaba, sus padres, agachados, colocaban pequeños montoncitos de helado de coco, los cuales decoraban con una cereza.
Una vez llegando al final del camino la música se detuvo y uno de los músicos proporcionó un cuchillo a cada miembro de la familia. Comenzaron a cortar en pedazos la "banqueta ceremonial" y comenzaron a repartirlos entre los asistentes y los curiosos que pasaban. No hubo platos ni cubiertos. Todos comían con las manos y la capa de azúcar hacía la función de plato.
"Qué cosa tan extraña..." pensaba él... aunque luego reflexionó y se dio cuenta de que era un poco irónico que lo dijera alguien que venía de un país donde, después de la Navidad, el Día de Muertos es la festividad más importante.
Él observaba todo desde la barda que dividía la carretera y la parte peatonal del malecón. Esperó a que todo hubiera concluido para bajar.
Y ahí estaban... 18 meses depués finalmente estaban uno frente al otro. Se miraron fijamente a los ojos, sobre sus rostros se dibujaba una enorme sonrisa y por un momento el tiempo pareció detenerse.
De repente ella sacó de quién sabe dónde una pequeña caja de madera, pintada de rojo con decorados dorados. Una pequeña nota la acompañaba.
Él la leyó... alzó la mirada... y fue como si se hubieran puesto de acuerdo anteriormente, se abrazaron fuertemente y comenzaron a llorar sobre el hombro del otro. Por la cabeza de él sólo pasaba una idea: no volver a dejarla irse nuevamente. ¿Qué decía la nota? No lo recuerda, pero le llegó al corazón.
De repente se escuchó un estallido tremendo. Él volteó rápidamente... y se percató de que el ruido había sido provocado por la televisión, la cual se había caído del mueble. ¿Que cómo fue que se cayó? Bien, pues el mueble era una caja de cartón...
¡¡Momeeeeeento, momeeeeeeento!!... ¿Televisión? ¿Qué hora es? ¿Cómo que las 2 de la mañana? ¿Y ése ruido? ¿Circuito Interior?
¡¡Aghhhhhhhhhhh!! ¡Mierda! ¡Sueños! ¡Sólo sueños! ¡Eso no fue realidad!
¡Maldita mente! ¡Maldita distancia! ¡Malditas, malditas, malditas!
¿Y ahora? ¿Cómo superar esta sensación de vacío?
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Vide
Le rendez-vous était déjà donné: 14h au port.
Il s'est lavé et parfumé. Il avait decidé de porter le costume blanc en lin, la chemise aux lignes verticales en tonalités roses et organges qu'il aimait y les nouvelles chaussures Pikolinos qu'il avait achetées pour l'occasion.
Le jour était vraiment ensoleillé, une chose très rare dans ce petit coin caché du nord du Canada, ça avait plutôt l'air d'être une copie de l'été à Veracruz.
Il a pris le vélo et a traversé la ville jusqu'à arriver au point accordé. Il était très inquiété de la revoir, car un an et demi c'est facile à dire, mais le tenir c'est décidément plus compliqué.
Elle était là... aussi radiante que d'habitude. Les rayons du soleil se reflétaient sur ses yeux verts, et ses cheveux dorés se berçaient doucement au rhytme de la brise de la mer, parfois en cachant le tournesol qu'elle avait juste à côté de l'oreille... bref, "avec cette robe blanche-là elle ressemblait une aquarelle de Marie Laurencin".
À cet instant-là, elle et ses parents étaient par commencer le rite traditionel de chez eux pour rendre hommage à la grende-mère, qui était morte récemment. Le rite était un peu compliqué: avant la cérémonie il falait cuisiner 20 morceaux rectangulaires de gâteau au chocolat de 3m de largueur par 1m de longueur et encore 20 plaques de "cristal au sucre", comme celui qu'on utilise dans les films pour créer des faux cristaux. Il fallait former une sorte de trotoir en colloquant une plaque de sucre sur chaque plaque de gâteau.
Quand le trotoir était prêt, on allumait l'encens dans une petite cacerole, on mettait le couvercle pour un instant, et après laisser échaper la première fumerolle, un groupe de musique des Andes commençait jouer des kenas.
La famille s'est dirigée vers le trotoir. Elle marchait par devant. Elle portait dans ses mains un panier avec des pétales de marguerite. Pendant qu'elle les jetait sur l'air, ses parents colloquaient des petits tas de glâce au noix de coco et les décoraient avec une cérise.
Étant arrivés à la fin du chemin, la musique s'est arrêtée et l'un des musiciens s'est approché de la famille. Il a donné un couteau à chaqu'un. Ils ont commencé couper en petits morceaux le "trotoir cérémoniel" et les ont distribué entre les invités et les curieux qui passaient par la rue. Il n'y avait pas ni des assiettes ni des couverts. Tous mangeaient en utilisant les mains et ons e servait de la plaque en sucre comme si c'était une assiette.
"Que c'est bizarre..." pensait-il... mais il a réfléchi un peu et s'est rendu compte que c'était un peu ironique d'entendre ces mots de la part de quelqu'un qui vient d'un pays où c'est la Toussaint la fête la plus importante seulement après le Noël.
Il observait depuis la grille qui divisait la route et la partie piétonne du port. Il a attendu jusqu'à quand tout était fini pour descendre.
Et ils étaient là... 18 mois après ils étaient l'un devant l'autre. Ils se sont fixement regardés aux yeux, sur leurs visages on voyait un énorme sourire et pour un instant ils ont eu l'impression que le le temps s'était arrêté.
Soudain, elle a sorti d'où on ne sait pas une petite boîte en bois, toute rouge, avec des décorations dorées. Un petit mot y était attaché.
Il l'a lu... il a haussé son regard... et comme s'il s'étaient mis d'accord à l'avance, ils se sont fortement serrés dans leurs bras et ont commencé pleurer. Dans la tête, il ne pensait qu'à ne plus la laisser partir... jamais. Que disait-il le petit mot? Il ne s'en souvient pas, mais ça lui a touché le coeur.
Soudain il y a eu un grand éclat, Il s'est rapidement tourné... et s'et rendu compte que le bruit avait été provoqué par la télé, laquelle était tombé du meuble. Comment ça? Ben... le meuble était une boîte en carton...
Un momeeeeeent, un momeeeeeeent!!... La télé? Quelle heure est-il? 2h du matin? Et ce bruit? C'est le boulevard?
Aghhhhhhhhhhh!! Meeeeeeeerde! Des rêves! Rien que des rêves! Ça n'a pas été réel!
Putain d'esprit! Putain de distance! Je vous haïs, je vous haïs, je vous haïs!
Et maintenant? Quoi faire avec cette sensation de vide?
No mames.... si me ha pasado... de esas veces donde dices... siiiii, por favor... quiero seguir durmiendo!!! por favor!!! que vuelva a continuar con el mismo sueño!!!
ResponderBorrarFelicidades, linda historia.... espero ke tus sueños se hagan realidad.. !!!
ResponderBorrarjajaja!!! me ha pasado. saludos!
ResponderBorrar