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domingo, 27 de diciembre de 2015

La tómbola de los nombres

Durante los tiempos comunistas la censura detrás de la Cortina de Hierro estaba muuuuy cabrona.
Si había algo que se trataba de evitar a toda costa era la influencia de Occidente sobre la cultura local.
Esto se extendía a todos los ámbitos de la vida diaria, incluidos los nombres de los niños recién nacidos.

Para evitar que los padres les pusieran a sus retoños nombres faroles como Kevin Nowak, Jennifer Kowalska o alguna otra aberración (ccp Brandon Rodríguez, Brayan Pérez y Britny Hernández), impusieron un sistema muy creativo:


Para empezar, como ya El Araño les había comentado anteriormente, a esta gente le encanta reciclar frascos.  De hecho, el equipo olímpico polaco de reciclaje de frascos pinta como gran candidato a llevarse la medalla de oro en Río 2016. A esto agréguenle que la austeridad estaba a tope durante la época comunista.
El resultado era lógico: pusieron 2 frascos grandotes en cada oficina del Registro Civil, todavía con ese delicioso olor a pepinillos agrios, cada uno con 50 pelotitas con nombres preaprobados PERSONALMENTE por el tío Stalin.

El frasco de las niñas tenía 2 pelotitas con cada uno de los siguientes nombres:
  • Anna
  • Agnieszka (Inés)
  • Aleksandra
  • Katarzyna (Catalina)
  • Małgorzata (Margarita)
  • Marta

El frasco de los niños tenía 2 veces cada uno de los siguientes nombres:
  • Bartosz (Bartolomeo)
  • Grzegorz (Gregorio)
  • Jakub (Jacobo/Jaime/Santiago/Diego)
  • Krzysztof (Cristóbal)
  • Piotr (Pedro)
  • Paweł (Pablo)

En ambos frascos, los otros 38 nombres no se repetían.
Cuando los padres llegaban a registrar a su chilpayate, les vendaban los ojos como cuando te toca pegarle a la piñata, revolvían las pelotitas, sacaban una, y ese era el nombre con el que bautizarían al niño.
Había una segunda variante en la que los padres, en lugar de elegir el primer nombre, preferían descartar las primeras 2 pelotitas y bautizar al niño con el nombre que saliera en la tercera oportunidad. Hay gente a la que les gustaba vivir al filo de la navaja.

En fin... es por eso que toooooooooodos l@s polac@s se llaman igual :)
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¡¡¡N'aaaaaah!!!
Si tienen un poquito de sentido común ya se habrán dado cuenta de que todo esto es puro desmadre, pero hasta ahora El Araño (sí, sí... él viene de un pinshi país donde todos los vatos, incluído él, se llaman José, todas las morras se llaman María, o Guadalupe, o María Guadalupe... ¡¡¿¿Y??!! ¿Algún problema?) no ha encontrado otra explicación lógica para este fenómeno.
Quizás es sólo el hecho de que el catolicismo sigue influyendo de manera importante en la idiosincracia poloca loca.

Lo que sí es bastante práctico de todo esto es que cuando rellenas un formulario, el campo de Sexo es casi innecesario: con un par de excepciones (ay, Polonia... Polonia... tú y tus putas excepciones... ¡hasta las excepciones tienen excepciones, carajo!), los nombres de hombre siempre terminan en consonante, y los nombres de mujer siempre terminan en A.

En los países hispanohablantes, José María es hombre pero María José es mujer... y Guadalupe puede ser para ambos.
En Francia, Camille puede ser hombre o mujer. Mismo caso para Ashley en los países angloparlantes.



PS1. Hasta ahora, El Araño no ha conocido ningún Józef (José) ni a ningún Albert... pero en el trabajo conoce a 2 Goyos, 5 Jacobos, 3 Pablos y 4 Pedros. Además, en toda su vida en México sólo recuerda haber conocido a 3 Martas, acá ya conoce como a 7.


PS2. Sólo por experimentar, quizás algún día entre a un restaurante que esté atascado de gente y grite “¡Kasiaaaaa!” (la version corta de Katarzyna) para ver cuántas morras voltean :)



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