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miércoles, 24 de noviembre de 2010

A ti...


Un año entero sin escribir.. pero hoy tengo motivos de sobra para hacerlo.


¿Cómo estás?

No puedo creer que te vi por última vez hace casi 3 meses y, peor aún, hace 2 que ya no me escribes.

¿Sabes? Hay una canción que me gusta mucho. La idea principal de la canción es “quiero que seas feliz… aunque no sea conmigo”.


Hace mucho tiempo, cuando salió esta canción, yo pensaba “¡¡¡Ah, vengaaaaaa!!!! ¡Eso es imposible! ¡Qué falsedad! ¡Estoy bien seguro de que cuando tu novia te deja, lo único que quieres es que se muera!!”

Bueno… eso fue hace como 10 años, así que yo tenía unos 17 en aquella época. Adolescente al fin y al cabo.

Como quiera que sea, ahora me doy cuenta de que el tipo que escribió la canción realmente tenía razón.


Quiero que sepas que realmente disfrute todos y cada uno de los minutos que compartí junto a ti.

Tú me hiciste sentir por primera vez lo que es la felicidad y es por eso que no puedo desearte nada más que lo mejor… y además, creo que es la primera vez que alguien que no es mi mamá me dice que soy un niño bueno y guapo :)


Tú sabes bien que soy un negado en el tema de relaciones humana. Por eso le pregunté a una amiga su opinión.

Ella me dijo qué fue lo que probablemente hice mal y por qué estás reaccionando de esa manera.

A veces es necesario aprender las cosas a la mala. Qué desgracia que haya sido contigo.


Te mentiría si te dijera que no me duele. Te mentiría si te dijera que no extraño tus labios, tus besos, tu sonrisa, tu calor...me duele mucho, pero aún así estoy convencido de que es major estra cayendo de esta manera que jamás haber tenido la oportunidad de volar junto a ti, aunque sólo haya sido por un breve lapso.


Mantengo lo que te dije la última vez: te ofrezco mis más sinceras disculpas sin en algún momento te hice sentir incómoda y estaría muy feliz si pudiéramos volver a ser amigos como antes lo fuimos.

Creo que me conoces bastante bien y sabes que te lo digo con el corazón.

Por favor, quiero que sepas que SIEMPRE puedes contra conmigo.


Espero que te encuentres bien dondequiera que estés.


-JA-

martes, 24 de noviembre de 2009

Vacío

La cita estaba dada: 2 de  la tarde en el malecón.
Se bañó y se perfumó. Eligió ponerse el traje blanco de lino, la camisa de franjas verticales en tonalidades rosas y naranjas  que tanto le gustaba y los nuevos zapatos Pikolinos que había comprado para la ocasión.
Era un día soleado como pocos había en ese rincón escondido del norte de Canadá, hasta parecía una calca del verano veracruzano.
Tomó la bicicleta, atravesó la ciudad y llegó hasta el punto acordado. Estaba más que ansioso de volver a verla porque año y medio se dice fácil pero soportarlo no lo es tanto. 

Y ahí estaba ella... tan radiante como siempre. Los cálidos rayos del sol se reflejaban en sus verdes ojos y sus cabellos dorados se mecían ligeramente al vaivén de la brisa marina, a veces cubriendo el girasol que llevaba junto a la oreja... "con ese vestido blanco parecía una acuarela de Marie Laurencin".

En ese momento,  ella y sus padres estaban a punto de comenzar con el ritual tradicional de su tierra para rendir homenaje a la abuela, quien había fallecido recientemente. El ritual era algo complicado: previamente a la ceremonia era necesario hornear 20 trozos rectangulares de pastel de chocolate de 3m de ancho por 1m de largo y otras 20 placas de "cristal de azúcar" como el que se usa en las películas para crear cristales falsos. Había que formar con ellos una especie de banqueta colocando una placa de azúcar sobre cada placa de pastel.

Una vez lista la banqueta, en una pequeña olla se encendía el incienso ceremonial, se colocaba una tapa, y al dejar escapar la primera fumarola un grupo de música andina comenaba a tocar las kenas.
La familia se dirigió hacia el inicio de la banqueta. Ella iba por delante. En sus manos llevaba una canasta llena de pétalos de margarita, y mientras ella los lanzaba, sus padres, agachados, colocaban pequeños montoncitos de helado de coco, los cuales decoraban con una cereza.

Una vez llegando al final del camino la música se detuvo y uno de los músicos proporcionó un cuchillo a cada miembro de la familia. Comenzaron a cortar en pedazos la "banqueta ceremonial" y comenzaron a repartirlos entre los asistentes y los curiosos que pasaban. No hubo platos ni cubiertos. Todos comían con las manos y la capa de azúcar hacía la función de plato.

"Qué cosa tan extraña..." pensaba él... aunque luego reflexionó y se dio cuenta de que era un poco irónico que lo dijera alguien que venía de un país donde, después de la Navidad, el Día de Muertos es la festividad más importante.
Él observaba todo desde la barda que dividía la carretera y la parte peatonal del malecón. Esperó a que todo hubiera concluido para bajar.

Y ahí estaban... 18 meses depués finalmente estaban uno frente al otro. Se miraron fijamente a los ojos, sobre sus rostros se dibujaba una enorme sonrisa y por un momento el tiempo pareció detenerse.
De repente ella sacó de quién sabe dónde una pequeña caja de madera, pintada de rojo con decorados dorados. Una pequeña nota la acompañaba.
Él la leyó... alzó la mirada... y fue como si se hubieran puesto de acuerdo anteriormente, se abrazaron fuertemente y comenzaron a llorar sobre el hombro del otro. Por la cabeza de él sólo pasaba una idea: no volver a dejarla irse nuevamente. ¿Qué decía la nota? No lo recuerda, pero le llegó al corazón.

De repente se escuchó un estallido tremendo. Él volteó rápidamente... y se percató de que el ruido había sido provocado por la televisión, la cual se había caído del mueble. ¿Que cómo fue que se cayó? Bien, pues el mueble era una caja de cartón...
¡¡Momeeeeeento, momeeeeeeento!!... ¿Televisión? ¿Qué hora es? ¿Cómo que las 2 de la mañana? ¿Y ése ruido? ¿Circuito Interior?

¡¡Aghhhhhhhhhhh!! ¡Mierda! ¡Sueños! ¡Sólo sueños! ¡Eso no fue realidad!
¡Maldita mente! ¡Maldita distancia! ¡Malditas, malditas, malditas!

¿Y ahora? ¿Cómo superar esta sensación de vacío?

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Vide

Le rendez-vous était déjà donné: 14h au port.
Il s'est lavé et parfumé. Il avait decidé de porter le costume blanc en lin, la chemise aux lignes verticales en tonalités roses et organges qu'il aimait y les nouvelles chaussures Pikolinos qu'il avait achetées pour l'occasion.
Le jour était vraiment ensoleillé, une chose très rare dans ce petit coin caché du nord du Canada, ça avait plutôt l'air d'être une copie de l'été à Veracruz.
Il a pris le vélo et a traversé la ville jusqu'à arriver au point accordé. Il était très inquiété de la revoir, car un an et demi c'est facile à dire, mais le tenir c'est décidément plus compliqué.

Elle était là... aussi radiante que d'habitude. Les rayons du soleil se reflétaient sur ses yeux verts, et ses cheveux dorés se berçaient doucement au rhytme de la brise de la mer, parfois en cachant le tournesol qu'elle avait juste à côté de l'oreille... bref, "avec cette robe blanche-là elle ressemblait une aquarelle de Marie Laurencin".

À cet instant-là,  elle et ses parents étaient par commencer le rite traditionel de chez eux pour rendre hommage à la grende-mère, qui était morte récemment. Le rite était un peu compliqué: avant la cérémonie il falait cuisiner 20 morceaux rectangulaires de gâteau au chocolat de 3m de largueur par 1m de longueur et encore 20 plaques de "cristal au sucre", comme celui qu'on utilise dans  les films pour créer des faux cristaux. Il fallait former une sorte de trotoir en colloquant une plaque de sucre sur chaque plaque de gâteau.

Quand le trotoir était prêt, on allumait l'encens dans une petite cacerole, on mettait le couvercle pour un instant, et après laisser échaper la première fumerolle, un groupe de musique des Andes commençait jouer des kenas.
La famille s'est dirigée vers le trotoir. Elle marchait par devant. Elle portait dans ses mains un panier avec des pétales de marguerite. Pendant qu'elle les jetait sur l'air, ses parents colloquaient des petits tas de glâce au noix de coco et les décoraient avec une cérise.

Étant arrivés à la fin du chemin, la musique s'est arrêtée et l'un des musiciens s'est approché de la famille. Il a donné un couteau à chaqu'un. Ils ont commencé couper en petits morceaux le "trotoir cérémoniel" et les ont distribué entre les invités et les curieux qui passaient par la rue. Il n'y avait pas ni des assiettes ni des couverts. Tous mangeaient en utilisant les mains et ons e servait de la plaque en sucre comme si c'était une assiette.

"Que c'est bizarre..." pensait-il... mais il a réfléchi un peu et s'est rendu compte que c'était un peu ironique d'entendre ces mots de la part de quelqu'un qui vient d'un pays où c'est la Toussaint la fête la plus importante seulement après le Noël.
Il observait depuis la grille qui divisait la route et la partie piétonne du port. Il a attendu jusqu'à quand tout était fini pour descendre.

Et ils étaient là... 18 mois après ils étaient l'un devant l'autre. Ils se sont fixement regardés aux yeux, sur leurs visages on voyait un énorme sourire et pour un instant ils ont eu l'impression que le le temps s'était arrêté.
Soudain, elle a sorti d'où on ne sait pas une petite boîte en bois, toute rouge, avec des décorations dorées. Un petit mot y était attaché.
Il l'a lu... il a haussé son regard... et comme s'il s'étaient mis d'accord à l'avance, ils se sont fortement serrés dans leurs bras et ont commencé pleurer. Dans la tête, il ne pensait qu'à ne plus la laisser partir... jamais. Que disait-il le petit mot? Il ne s'en souvient pas, mais ça lui a touché le coeur.

Soudain il y a eu un grand éclat, Il s'est rapidement tourné... et s'et rendu compte que le bruit avait été provoqué par la télé, laquelle était tombé du meuble. Comment ça? Ben... le meuble était une boîte en carton...
Un momeeeeeent, un momeeeeeeent!!... La télé? Quelle heure est-il? 2h du matin? Et ce bruit? C'est le boulevard?

Aghhhhhhhhhhh!! Meeeeeeeerde! Des rêves! Rien que des rêves! Ça n'a pas été réel!
Putain d'esprit! Putain de distance! Je vous haïs, je vous haïs, je vous haïs!

Et maintenant? Quoi faire avec cette sensation de vide?

lunes, 23 de febrero de 2009

Des rêves...

Era uno de esos días "normales" en los que ya era costumbre que el sol no diera muestras de tener ganas de asomarse ni por 5 minutos.
Él ya había teminado de trabajar, ya había ido a lavar su ropa, la había colgado en el tendedero improvisado que había instalado en el cuarto y ya hasta había ido a comprar al súper la despensa de la semana.

Era también uno de esos días en los que él no se sentía muy bien, y no por el lado físico, sino por el lado "mental", así que, sin nada más que hacer, decidió salir a dar la vuelta como de costumbre. Ir a echarle un ojo al barrio medieval por las tardes siempre le devolvía la tranquilidad interior... además de que a esa hora en la tele pasaban un programa en el que trataban puros temas de salud y no es recomendable ver cosas de esas cuando se es medianamente hipocondriaco.

Y así, envuelto con la chamarra, la bufanda, el gorro, los guantes, doble calcetín y con el paraguas en el morral (porque como dice el Principito, uno nunca sabe), salió a recorrer aquéllas calles en las que, si no fuera por los coches estacionados, el tiempo parecería haberse detenido.
La lluvia lo soprendió cuando estaba a punto de llegar, así que tuvo que correr a refugiarse debajo de la Puerta de Santiago.
Alegremente no era más que una simple nube pasajera. Atravesó el puente que pasa sobre el río y caminó sobre la otra orilla, miró hacia arriba y observó cómo el cielo empezaba a abrirse... era aún más impresionante que aquella escena donde Moisés hizo que el mar se abriera.

El sol comenzó a brillar. En cosa de un instante la temperatura pasó de 5 a 30°, los pájaros comenzaron a cantar, las mariposas volaban por doquier, los capullos de rosa y tulipán comenzaron a reventar por todos lados y los árboles reverdecieron. Eso era aún más hermoso de lo que él había visto en las tarjetas postales desde su llegada medio año atrás.
El calor era tal que tuvo que quitarse rápidamente todos los implementos invernales que traía puestos. La humedad del pasto ya se había evaporado, así que se acostó a observar aquélla escena y poco a poco se fue quedando dormido esbozando una gran sonrisa en la cara, no sin antes colocarse el gorro sobre la cara para protegerse del sol.

Toc, toc, toc... toc, toc, toc...
Súbitamente algo lo despiertó... se giró sobre sí mismo... y se dio cuenta de que en realidad estaba en su cuarto. La noche era fría y oscura, además lluovía fuertemente y alguien golpeaba la ventana.

- ...s-s-sí?
- ¡Ábreme!

No vio el reloj, pero supuso que serían alrededor de las 2 de la mañana. Se levantó de golpe, encendió la luz y abrió la ventana. El agua entraba a chorros... y ahí estaba ella, con no muy buen semblante y cubriéndose de la lluvia con una cobija.

- ¿Pero qué pasó? ¿Qué haces ahí?
- ¿Puedo quedarme a dormir hoy contigo?
- Sí, ahora mismo te abro, camina hacia la puerta, nada más déjame encontrar la llave
- No, por aquí me brinco

Y como pudo, trepó el muro y él la ayudó a bajar.
Colocó la cobija sobre la silla y se quitó las sandalias y los calcetines en lo que él iba a buscar una toalla.

- Y... ¿qué pasó?
- Nada... es solo que... nada
- Bueno... no te preocupes. Ven, vamos a domir. Ya es tarde y mañana tenemos que trabajar.

Se recostaron. Él ya ni dijo nada, ella tampoco... simplemente se abrazaron mutuamente y se quedaron dormidos.

De repente, una música comenzó a sonar...
Brrrr.. brrrr..
Y si no existieras ya,
Brrrr.. brrrr..
dime ¿para qué existiría yo?
Brrrr.. brrrr..
Para arrastrarme en un mundo sin ti
Brrrr.. brrrr..
sin esperanza ni fe...

A él le pareció que sólo habían pasado 5 minutos... pero en ese parpadeo en realidad habían pasado ya 5 horas. Eran las 7 de la mañana y lo que sonaba era la alarma del celular, con vibración y toda la cosa.
Él simplemente extendió la mano para alcanzarlo, silenció la alarma y lo volvió a dejar sobre la mesa.
Se giró, se despaviló un poco y se puso a mirar hacia el techo. Algo lo hizo voltar la mirada hacia su izquierda, y notó que ella ya no estaba ahí... sólo había una almohada atorada entre la cama y la pared. No había cobija mojada, no había silla y, peor aún, no estaba en su cuarto de Francia, sino en el de México... ¡absolutamente nada había sido real!
En sus ojos no se veía nada más que una infinita tristeza...



jueves, 22 de enero de 2009

Poczta

- ¿No me acompañas, willy?
- ¿Adónde?
- Al correo
- ¿Al correo? ¿A qué?
- Por 2 tacos de suadero y una Coca... ¡pues a lo que se va al correo, pendejo! ¡a enviar unas postales!
- Pero si eres de sistemas...manda unas de Gusanito y ya

Hay mucha gente que no entiende o quizás no quiere entender que no es lo mismo.
Una tarjeta virtual te la manda quien sea, hasta a la chava que acabas de conocer hace 5 minutos en el chat.

En cambio, una verdadera postal es algo muy especial.
Es difícil describir lo que uno siente cuando abre el buzón y ve que hay algo que no sea el recibo del teléfono, porque ese pedacito de cartón que probablemente recorrió la mitad del mundo quiere decir que hay alguien en algún lugar que piensa en ti, que te aprecia, que tomó algo de su tiempo libre para escribirte un mensaje de su puño y letra simplemente para hacerte saber que, a pesar de la distancia, no te olvida.

Sí, por más multimedia que sea, el internacho jamás superará en ese aspecto al correo tradicional.


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- Ça te dirait de m'acompagner, toi?
- Où ça?
- À la poste
- À la poste? Pour faire quoi?
- Pour acheter 2 tacos et un Coca... Que tu es bête! Je vais faire ce qu'on va faire à la poste, envoyer des cartes postales!
- Des cartes postales? Mais toi, t'es informaticien. Envoie des cartes virtuelles par Internet et c'est fait...

Il y a beaucoup de monde qui ne comprend pas ou peut-être ne veut pas comprendre que c'est pas la même chose.
Une carte virtuelle, ça, même la fille que tu viens de connaître il y a 5 minutes sur la tchatche peut t'en envoyer une.

Par contre, une vraie carte postale c'est quelquechose de très spécial.
C'est difficile à decrire ce que l'on sent quand on ouvre la boîte aux lettres et on voit qu'il y a quelquechose d'autre en plus du bulletin du téléphone, car ce petit morceau en carton qui a probablement parcouru la moitié du monde veut dire qu'il y a quelquepart quelqu'un qui pense à toi, qui t'estime, qui a pris un peu de son temps pour t'écrire un message et te faire savoir que, malgré la distance, elle ne t'oublie pas.

Et oui, même s'il a plein de trucs multimedia, l'internet ne sera jamais meilleur que la poste traditionelle dans cet aspect.